El recuerdo de los primeros momentos, el primer
acercamiento, el primer beso, la primera caricia, las miradas seductoras entre
la gente, las miradas escondidas, la sensación de volar en el tiempo como si
este se detuviera, son cosas que quedan entre los enamorados para recordar por
siempre, aun cuando el amor se aleja de
nosotros y nos quedamos solos con nosotros mismos, quedan por siempre los
recuerdos de aquellos primeros días, de aquellas primeras entregas. Esa
sensación nostálgica que sentimos cuando recordamos los bellos momentos, sus
manos rosando nuestro rostro, nuestros brazos, el beso en la mejilla, en las
manos y sus ojos mirándonos enamoradamente como queriendo perpetuar el instante
por toda la eternidad. Cuando recordamos esos instantes nos sobrecoge cierta
melancolía embelesada que de cierta forma nos hace recordar con alegría, con
tristeza, con un anhelo de volver y
echar el tiempo atrás y revivir una y otra vez la tierna sensación, el cariño
de la primera vez haciendo el amor y sentir su cuerpo sobre el nuestro y esa
cosquilla fina al rosar con su piel. Minutos que son claves en la vida de la
gente, minutos por los que damos todo, dejamos todos, olvidamos todo,
entregamos lo que sea por sentir y vivirlos con el afán y la pretensión de tenerlos
por siempre, pero que quedarán con el paso del tiempo en la memoria, como
muchos instantes de la vida que solo quedan para recordar con un buen sabor,
ese sabor que nunca se va de nuestra boca.
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